Hojas de hierba








Y que la hormiga no es menos perfecta ni lo es un grano de arena/ Y que el esfuerzo es una obra de arte para las gentes más exigentes/ Y que la articulación más pequeña de mi mano es un escarnio para todas las máquinas/ Quédate conmigo este día y esta noche y poseerás el origen de todos los poemas…//



-fragmento de  Walt Withman (EEUU, 1819-1892).

Elevarse por encima de uno mismo...












Qué grande y hermoso espectáculo es ver al hombre salir de la nada por sus propios esfuerzos; disipar, por medio de las luces de su razón, las tinieblas en las cuales la naturaleza lo tenía envuelto; elevarse por encima de sí mismo; lanzarse con las alas del espíritu hasta las regiones celestes; recorrer a pasos de gigante, cual el sol, la vasta extensión del universo; y, lo que es aún más grande y difícil, reconcentrarse en sí para estudiar y conocer su naturaleza, sus deberes y su fin .



JEAN-JEACQUES ROUSSEAU (1712 -1788)

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- El Ser Humano en La Campana de Cristal Roja -





Extracción de una parte del texto en la traducción española.
El autor de este pensamiento es un destacadísimo filósofo del siglo XX. El estilo poco pulido se debe a que es un fragmento de una carta…
  ...para leer y releer, abrir la mente, tratar de entender y reflexionar.

 .... << Si se compara con luz blanca el ideal puro espiritual (religioso), los ideales de las diversas culturas pueden compararse con las luces de colores que surgen cuando la luz pura aparece a través de cristales de colores.
Imagínate un hombre que desde su nacimiento vive siempre en una estancia en la que la luz entra sólo a través de cristales rojos. Éste quizá no se pueda imaginar que exista otra luz que la suya (la roja); considerará la cualidad roja como esencial a la luz, en cierto sentido no notará en absoluto la rojez de la luz que le rodea. En otras palabras: considerará su luz como la luz y no como un tipo especial de turbiedad de la única luz (pues eso es en realidad). Este hombre se mueve de acá para allá por su estancia, examina los objetos, los juzga, etcétera. Pero dado que su espacio no es el espacio, sino sólo una parte –delimitada por el cristal rojo- del espacio, sólo con que se mueva lo suficiente chocará inevitablemente con el límite de ese espacio.
Entonces podrán suceder varias cosas: uno se dará cuenta de la limitación, pero no puede romper el cristal y acabará resignándose. Dirá: “¡Así que mi luz no era realmente la luz! La luz sólo la podemos vislumbrar, y hemos de contentarnos con la nuestra, enturbiada”. Entonces, este hombre se llenará de humor o de melancolía, o de ambas cosas alternativamente. Pues el humor y la melancolía son los estados del ser humano resignado. Por eso el hombre no los conoce antes de que haya llegado al límite de su espacio, a pesar de que pueda seguir estando alegre y triste (pero alegría y tristeza no son humor y melancolía).
Otro hombre chocará con la limitación del espacio, pero no comprende del todo que se trata de la limitación, y acepta el asunto como si hubiera chocado con un cuerpo dentro del espacio. Para éste propiamente no cambia nada, sigue viviendo como antes.
Finalmente, un tercero dice: tengo que atravesarlo e introducirme en el espacio y la luz. Rompe el cristal y sale de su limitación a la libertad de lo abierto.
La aplicación es: el hombre en la campana de cristal roja es la humanidad dentro de una cultura determinada, por ejemplo, dentro de la occidental, que comenzó aproximadamente con la migración de los pueblos y alcanzó una de sus cumbres –creo que la última- en el siglo XVIII. La luz es el ideal, y la luz turbia el ideal de la cultura. Éste se considerará el ideal mientras la humanidad no haya llegado todavía al límite de esa cultura. Pero tarde o temprano llegará a ese límite, pues toda cultura es sólo una parte limitada del espacio.
Con el comienzo del siglo XIX (del espiritual) la humanidad topó con el límite de la cultura occidental. Y entonces se presenta la acritud: la melancolía y el humor (pues ambos son acres). Y entonces, claro está, puede decirse: todo ser humano importante de ese tiempo (del siglo XIX) es o un humorista o un melancólico (o ambas cosas), y con mayor intensidad cuanto más importante sea; o rompe la limitación y se hace religioso [y entonces también puede suceder, ciertamente, que uno introduzca la cabeza en lo abierto, pero, deslumbrado por la luz, retroceda y, con mala conciencia, siga viviendo en la campana de cristal].
Se puede decir, pues: el ser humano importante siempre tiene que habérselas de algún modo con la luz (esto le hace importante), si vive en medio de la cultura tiene que habérselas con la luz coloreada, si llega al límite de la cultura ha de enfrentarse a ella y, entonces, es ese enfrentamiento, su tipo y su intensidad, lo que nos interesa de el, lo que nos conmueve de su obra >>.

“Luz y Sombra”
Ludwig Wittgenstein


Caracoles



Desde el principio de los tiempos desde el comienzo
arrullo de mareas en brazos liados de lunas llenas
en cofres de piratas y quimeras de redes escarlata
en  la risa y  el llanto de los sueños de sirenas
ahí estuvieron, están y estarán por siempre.

Aunque las olas traicioneras desgranen sus corazones
aunque  se sequen los mares y devenga fugaz el hastío
aunque la fuerza los lleve a penar a una perdida playa
o los adopte piadoso el casco de algún viejo navío.

Ahí estarán por siempre, mudos testigos del tiempo
escondiendo su pasado y sus misterios, ocultando eventos
refugiando sueños y  guardando las voces del mundo
en la profundidad oscura de un abismo senil y certero

Forman parte de la simiente, del nacimiento y la muerte
Caracoles…, son archivos, son escribas de memorias
cada uno un retazo de vida, una herida…, una historia.

Libro: Viaje de Medianoche -entresueños-
Autor: Alicia Díaz Caramés

Llámalo vida



“No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigo la sentencia.
Soy el amo de mi destino;
soy el capitán de mi alma.”
 William Ernest Henley


A eso de caer y volver a levantarse
fracasar mil veces y volver a comenzar
seguir un camino y tener que torcerlo
encontrar el dolor y tener que afrontarlo.

A eso de fijarse una meta y tener que seguir otra
esquivar una prueba o tener que encararla
planear un vuelo y en soledad verlo despegar
aspirar y no poder, avanzar y no llegar.

A eso de amar al otro y no ser correspondido
de no corresponder al que te ha elegido
de encontrar tu lugar y sentirte perdido
de sentir la perdida del ser mas querido.

A eso de gritar la verdad y jamás ser oído
de reclamar lo justo y no ser atendido
de soñar con la paz y vivir en el conflicto
de aceptar la realidad sin caer en el olvido.

A eso de estar en soledad o en dulce compañía
de  los días de tristeza y otros plenos de alegría
de que los ojos no solo miren y la realidad vean
de que el cerebro funcione y las manos trabajen.

A eso de que el alma irradie y la pasión asienta
de que la respiración se acelere y el corazón ame
de que el cuerpo experimente y se exalten los sentidos
lo llaman condición humana, mas es milagro divino.

Entre estas y otras cosas, al paso del día a día
no lo llames experiencia no lo llames enseñanza
no lo llames costumbre no lo llames constancia
a todo esto simplemente, has de llamarlo vida.

Libro: Viaje de Medianoche-entresueños-
Autor: Alicia Díaz Caramés

 


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La Luna



 “Cuando sale la luna, el mar cubre la tierra y el corazón se siente isla en el infinito”
Federico G. Lorca…

Al contemplarte tan blanca tan despojada
mi cuerpo estremecido indaga el camino de tu estela,
por donde navegan los sueños en donde se evocan besos,
cuando las palabras sobran y son los ojos los que hablan.

Sobre el mecer de las olas reflejas los mil deseos
devoras noches inquietas de romances secretos. 
Tu nombre es misterio desde los confines del mundo.
Tu palidez contemplada evoca la ternura del alma pura.
Tu imagen sacude el más duro corazón y la mirada mas dura.

Tú, tan serena... tan fría,
despiertas volcánicas pasiones, entre sueños y poesías.
Creciente como el amor pleno y menguante como el dolor de una pérdida.
Eres la caricia prometida, el icono místico de todas las almas perdidas.
Eres la mano soñadora que tendida implora la esperanza de un regreso,
El calor de un abrazo, un te quiero o simplemente…, un beso.

Libro: Viaje de Medianoche -entresueños-
Autor: Alicia Díaz Caramés


Flechazo



Fue fugaz y fue violento
fue total y fue perfecto
dos rostros una mirada
dos perfumes y un silencio.

En el lugar indicado
en el preciso momento
un mundo una eternidad
en un segundo de tiempo.

Sin roces y sin caricias
sin pasión ni sentimiento
sin palabras y sin gestos
sólo dos almas en juego.

Así  se presenta el amor
es su flechazo certero
traspasa dos corazones
como una saeta el viento.

Libro: Viaje de Medianoche -entresueños-
Autor: Alicia Díaz Caramés

Noche de Velorio



 Las calles vacías de escombros se alargan a mis pasos.
A lo lejos… el silbato del tren arrulla mis pensamientos ingratos.
Mi mirada esquiva define las esquinas oscuras de la madrugada.
Tristeza amarga con gusto a desvelo y café.
Despedida de abrazos entre sollozos y lágrimas.
Caminar doliente de un lento regreso a casa.
Una rara templanza de somnolencia invade mi alma.
Velorio, ¡que ingrata palabra!
Me pierdo en el silencio y me pregunto en voz baja...
-¿Qué velas nostalgia?
-¿Qué velas donde ya no habita el alma?
Oscura y doliente fue la noche del adiós,
que hoy recibe tan triste la nueva mañana.

Libro: Al Ras del Trino
Antología Poesía
Compilado por Marita rodríguez-Cazaux

Poema: Noche de Velorio
Autor: Alicia Díaz Caramés

Dueños de las estrellas



Habitantes de la noche
de  incomparable belleza
rostros dulces e inocentes
de insospechada destreza

pequeñas almas extraviadas
en incontables vivencias
cuerpos pequeños que anidan
en soledad y miseria

como invocando un destino
solos en ese camino
se abren paso por la vida
entre risas y gemidos

son como grises gorriones
de solitario vuelo
nacen a la libertad
con un futuro non cierto

forman  parte del paisaje
de mil ciudades complejas
son los niños de la calle
dueños de las estrellas.

Libro: Viaje de Medianoche -entresueños-
Autor: Alicia Díaz Caramés